Cuando salgo al campo, a la sierra, me doy cuenta de cuán lejana y artificial es mi vida en la ciudad; de los sonidos que me faltan y de los ruidos que me sobran.
Me gusta ver el agua del deshielo extenderse en la nava, alimentar las tempranas campanillas amarillas, ir creciendo en caceras y recogerse, cada vez más rápida, en riachuelos que van saltando entre los pinos. Es oír nacer la canción del agua...
La naturaleza es vida, como bellamente has definido en esta prosa poética.
ResponderEliminarYo prefiero vivir en ciudades pequeñas que en grandes urbes.
Saludos